jueves, 8 de enero de 2009

circus magnificus



El año 2008 fue el año del “más difícil todavía”. Pudimos ser espectadores de primera fila de todos los fracasos por recuperar la economía que lanzaron tanto bancos centrales, como gobiernos, como Cumbres Internacionales [léase G-20 y sus secuaces]. Asimismo, muchos de nuestros conciudadanos fueron incluso víctimas de algún “mago” de esos que, con chistera y varita mágica, hicieron desaparecer millones de la faz de la tierra en alguna función digna de un “ahora lo ven, ahora ya no lo ven”.

Por otra parte, si con toda esta distracción no hubiera suficiente, el Mundo tenía que seguir exterminándose por un pequeño pedacito de tierra, ya sea por convicciones, ya sea por fanatismos analfabetos, ya sea por el puro placer de ser más omnipotente que el contrario.

A todo esto, España acabó el año con una gran misa, la de las Familias.
Me pregunto si las campanas de las iglesias de Madrid tocaron a difuntos, porque tal y como está el patio, ¡cualquiera piensa en formar una familia!

Hace unos días leí, en una columna de Almudena Grandes en El País, que este año 2009 había nacido viejo y la verdad es que no deja de tener razón.

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