sábado, 30 de mayo de 2009

bajitos



Era bajito, tan bajito que apenas se le veía. Su voz era acorde a su estatura, por lo que nunca se le oía más allá de su nivel; donde muy pocos, o simplemente los de su misma especie, solían llegar.

Vivía su existencia como una pura tragedia. Todo, incluso lo más simple, era trágico para él. Todo, incluso lo menos importante, se le convertía en un nudo en la garganta.

Soñaba con ser el amante de la giganta, aquella de largas trenzas y de mejillas sonrosadas.

Obviamente, la giganta no tenía ni el más mínimo conocimiento de ese amor que él le guardaba.

Un día la giganta, sin ser consciente de ello, se le sentó encima...

Él murió asfixiado pero con el corazón lleno de dicha, pues murió teniendo a su amada justo donde quería.


miércoles, 27 de mayo de 2009

amor en la biblioteca


Cuentan que cuentan que había
una vez una princesa
que vivía en un estante
de una vieja biblioteca.
Su casa era un cuento de hadas,
que casi nadie leía,
que estaba entre un diccionario
y un libro de poesías.
Solamente algunos chicos
acariciaban sus páginas
y visitaban a veces
su palacio de palabras.
Desde la torre más alta,
suspiraba la princesa.
Lágrimas de tinta negra
deletreaban su tristeza.
Es que ella estaba aburrida
de vivir la misma historia
que de tanto repetir
se sabía de memoria:
la bruja que la hechizaba
por envidiar su belleza
y el príncipe la salvaba
para casarse con ella.
Cuentan que cuentan que un día
justo en el último estante
alguien encontró otro libro
que no había visto antes.
Al abrir con suavidad
sus hojas amarillentas
salió un capitán pirata
que estaba en esa novela.
Asomada entre las páginas
la princesa lo miraba.
Él dibujó una sonrisa
sólo para saludarla.
Y tarareó la canción
que el mar le canta a la luna
y le regaló un collar
hecho de algas y espuma.
Sentado sobre un renglón
el pirata, cada noche,
la esperaba en una esquina
del capítulo catorce.
Y la princesa subía
una escalera de sílabas
para encontrar al pirata
en la última repisa.
Así se quedaban juntos
hasta que salía el sol,
oyendo el murmullo tibio
del mar, en un caracol.
Cuentan que cuentan que en mayo
los dos se fueron un día
y dejaron en sus libros
varias páginas vacías.
Los personajes del libro
ofendidos protestaban:
“Las princesas de los cuentos
no se van con los piratas”.
Pero ellos ya estaban lejos,
muy lejos, en alta mar
y escribían otra historia
conjugando el verbo amar.
El pirata y la princesa
aferrada al brazo de él
navegan por siete mares
en un barco de papel.



Liliana Cinetto (Argentina)

domingo, 24 de mayo de 2009

te amo cuando no te amo



Se apartó de ella de la misma forma que había entrado en su vida, de puntillas.

Decidió, sin planteárselo, que no era merecedor del amor que ella le ofrecía.

El corazón se le encogió cuando resolvió dejarla partir, pues sabía que jamás volvería a encontrar ese amor que ella le mostró.

Sospechó que cada una de sus noches serían para ella, que aquel nombre había quedado por siempre grabado en su memoria, que no habría nadie más que se llamara igual. Deseaba, sin ser consciente de ello, hacerla única, imborrable, inmortal…como el amor que sentía por ella.

Ella nunca entendió su decisión, pues tenía la certeza que le amaba desde el mismo instante que la conoció, a pesar de que él nunca le confesara su amor.

Y al partir, ella le deseó una larga y feliz vida y, con un beso, selló su corazón.


sábado, 16 de mayo de 2009

corazón en abierto



Siempre me pregunté cómo podría ser reencontrarme con alguien a quien hubiera amado mucho. Alguien a quien no busqué por miedo a ser rechazada y que ese rechazo me hiciera consciente de no haber estado realmente “enamorada”.

Es muy posible que por este motivo retrase, a veces hasta el infinito, los reencuentros con personas que han significado algo sentimentalmente; por aquello de que el tiempo es algo que todo lo cura.

La soledad buscada y querida, la paz, la armonía de estos días me ayudan a poner obstáculos a todo aquel que quiera acercarse a mi vida más íntima. Preservo esa intimidad tan celosamente que podría decirse que raya la obsesión.

He abierto ventanas para que entren brisas y aromas, pero todavía mantengo la puerta cerrada por miedo a las tempestades. Aún así, me siento tranquila; tranquila porque sé que abriré la puerta cuando el “toque” sea el deseado, ni demasiado débil –alertando que alguien poco valioso llama– ni demasiado fuerte.

Él siempre llama dos veces, con suavidad y firmeza, pero dos veces…


miércoles, 13 de mayo de 2009

primavera avainillada



La calle que sube a mi casa está llena de acacias, esos árboles que tanto te entusiasman, y desprendían su aroma avainillado en una noche nada cálida; primavera extraña la que estamos teniendo en Barcelona.

Mientras andaba, el perfume me recordó a ti y a aquella estrella que de niño atentamente observabas desde la alameda, como comprobando que seguía allí donde la dejaste la noche anterior.
Me vinieron entonces a la mente imágenes de otros tiempos; otros en los que yo también tenía estrellas bautizadas y soñaba alcanzarlas. Así me quedé, un buen rato, soñando despierta con las alegrías vividas y la satisfacción del recuerdo que se ha sabido digerir correctamente.

Me maravilla la capacidad que tiene el ser humano de llenar de sufrimiento su vida para, años más tarde, recordar los mismos episodios con una amplia sonrisa y el pecho henchido de orgullo y felicidad por haber pasado –aunque sea con más pena que gloria– por duras pruebas autoimpuestas.
Aunque también me reconforta saber que el mundo está lleno de “buscadores”, como tú y como yo, que nunca dan su brazo a torcer y luchan siempre por aquello o aquellos a los que creen merecer.

Y mientras tú recorres tu camino, yo paseo por el mío. Quizá nuestros caminos no lleguen a juntarse –en esta vida–, pero estoy convencida que siempre, Siempre, fluirán paralelos para que yo pueda reposar en tus palabras y tú puedas soñar en mi mirada.

Te quiero.


sábado, 9 de mayo de 2009

el mago de Oz



He leído poco a Amos Oz, pero aún así, lo poco que he leído, me ha parecido tan real que podría decir que he pisado las mismas calles que alguno de sus personajes.

Quizá Oz sea judío. Quizá incluso sea uno de esos judíos muy creyentes y practicantes. Pero si algo caracteriza a este escritor es su ecuanimidad, su inteligencia pausada y precisa, su conocimiento profundo de todo aquello de lo que habla y, por encima de todo, su tolerancia y respeto por los seres humanos, independientemente del color, la raza, la cultura, las creencias o la religión que profesen; convirtiéndose en una persona inigualable.

Amos Oz escribió un ensayo en 1968 en el que, rememorando la famosa “Guerra de los Seis Días” (Junio 1967), hacía referencia a su estado de ánimo y sus impresiones al recorrer las calles del Jerusalén reconquistado de manos palestinas y dejó plasmadas frases como la siguiente:

“Intenté, con todas mis fuerzas, pensar en Jerusalén Este como un hombre que ha echado a sus enemigos y que ha recuperado una herencia ancestral, pero no fui capaz.”

Ejemplar frase de una persona que ha luchado por recuperar algo que es suyo y aún así reconoce que la lucha no es el camino para hallar la paz. Ojalá en el mundo hubieran muchísimas más personas que se hicieran conscientes y que predicaran tanto por la paz como lo hace este humilde escritor.