miércoles, 22 de abril de 2009

mi libro



De princesas y de mazmorras. A colores o en negro. En plumilla, lápiz, mecanografiado o digitalizado. De bolsillo o en edición de lujo. De culto o ligeras. Con final feliz o de infinitas posibilidades. En versión original o de traducción libre. Para todos los públicos o solo apto para entendidos. De cabecera o para compartir. De tradición oral o de uso privativo…

Todos y cada uno de nosotros tenemos un libro, el libro de nuestra vida, y solo a nosotros corresponde definir su trama, marcar su recorrido, darle versiones o re-versionarlo, buscarle matices, imprimirle colores y escribirlo a nuestro más caprichoso antojo, ya sea a lápiz, para poder hacer borrón y cuenta nueva, a plumilla, para dejar el papel rasgado en la memoria, mecanografiado, para profundizar en la pasión de las pulsaciones, o digitalizado, para que quede constancia aún después de nuestra muerte.

Y tú, ¿qué estilo prefieres?

domingo, 12 de abril de 2009

mentes brillantes



Recientemente he tenido contacto con una madre cuyo hijo sufre una epilepsia grave. Es un chico de unos 18 años, aparentemente normal pero cuyo trato es más parecido al de un autista que al de un epiléptico. El chico se llama Sebastián y nació con una disfunción neuronal.

Ayer fui a ver la película “Control”, basada en la rápida y fulminante trayectoria de Ian Curtis, cantante de los Joy Division. Ian Curtis estaba también aquejado de epilepsia y resolvió sus traumas suicidándose a los 23 años de edad. Curtis era un ser brillante, dotado de una exagerada imaginación y que debió “caer” en la epilepsia por el temprano consumo de alcohol y barbitúricos.

Mi hermana gemela, a la que adelanté en sacar la cabeza y otear el horizonte humano, nació segunda y salió “por pies” del vientre de nuestra madre. En el proceso del parto se quedó sin oxígeno, razón por la cual el médico, en lugar de ponerla boca abajo y azotarle el culo –como a cualquier recién nacido–, resolvió colocarle la mascarilla de oxígeno y la mantuvo así hasta que la criatura tomó un color menos azulado. La falta de oxígeno le provocó una lesión neuronal –a mi madre le dijeron que la niña tenía una neurona “irritada”– que habría derivado en epilepsia si no se hubiera tratado farmacológicamente desde los casi 3 años de edad hasta los 21.

Son tres casos de mentes brillantes, eléctricamente brillantes y es que, como dicen, la mente humana es fuente de energía.

Dicho esto, espero que no lo descubran las compañías eléctricas y nos cobren por… ¡generarnos nuestra propia electricidad!