domingo, 1 de febrero de 2009

escritores



Hace bastantes años escribí un cuento de niños para presentarlo a un concurso. Puse ilusión y empeño en la labor, no por el hecho de ganar sino por el placer de crear algo que fuera mío. El cuento en cuestión se convirtió en mi peor pesadilla, pues no lograba darle la forma que deseaba y los diálogos me quedaron bastante “sosos”.

Presenté mi cuento y un par de meses después recibí una carta de la editorial indicándome que ni siquiera había sido seleccionado para participar en el concurso, así que os podéis imaginar mi decepción y frustración.
Durante mucho tiempo aparqué la escritura, pues creía no estar hecha para este tipo de comunicación.

Sin embargo hoy he podido comprobar eso de que la alegría se manifiesta en el plexo solar [uno de los chacras energéticos de nuestro cuerpo y el lugar que hay que entrenar para ser más feliz, casi nada!].

Hace unos días respondí a una pregunta, formulada en un dominical de tirada nacional, y además planteé una nueva. Pues bien, hoy he podido no solo leer mi respuesta publicada en ese dominical sino también la nueva pregunta que planteé.

Dicen que todo llega a su debido tiempo y recompensa a aquel que sabe esperar, aunque también es cierto que los pequeños detalles son los que hacen la vida mucho más plena.