viernes, 16 de abril de 2010

suplantadora



Le habría gustado ser mucho más alta, mucho más inteligente, mucho más simpática, mucho más hermosa de lo que la vida había querido que fuera.

Empezó a vivir su vida, a través de las vidas de los demás, a muy temprana edad.

Así, con una despreocupación muy estudiada, se convirtió en la sombra de muchas de sus amigas y así también fue perdiéndolas una tras otra; nadie adora que le hagan sombra.

De todas formas, hubo una que ocupó sus días y sus noches.

Por más que la imitaba, más cambiaba ella. Era totalmente imprevisible y, por lo tanto, imposible de suplantar.

Llegó a obsesionarse de tal manera que quiso ser ella misma e intercambió sus papeles, asignándose ella todos los actos de la suplantada.
Aún así, la suplantada siempre conseguía salir airosa de todos los descréditos que su suplantadora le asignaba.

Se preguntaba, una y otra vez, que hacía a aquella muchacha un Ser tan especial.

Lo que Suplantadora nunca entendió es que Suplantada brillaba con luz propia y eso, sencillamente, no puede ser suplantado.

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