martes, 19 de agosto de 2008

recuerdos


Soy de esas extrañas personas que no tienen ningún aparato de televisión en su hogar y que dedica sus horas de asueto a la lectura, el relax o la vida social.
También soy de esas extrañas personas que leen el lunes los artículos que aparecen como especiales en la prensa del domingo.

Al no entender de afinidades políticas y fijarme más en como se escriben las cosas a en quien las está escribiendo, tengo la ventaja de poder disfrutar de lecturas de rotativos tan dispares como el Avui o el mismísimo ABC.
Últimamente, hará cosa de unos 5 años, empecé a aficionarme a la lectura de El País.

Hoy lunes encontré un artículo sobre Calafell, pueblecito antaño pesquero de la costa de Tarragona, en la sección de “un día en la playa” de El Pais del domingo (quizá solo publicado en la edición para Catalunya).

Y recuerdo…

Recuerdo que en las playas de Calafell encontré al que años más tarde fuera mi primer gran amor.
Recuerdo las salidas nocturnas a tomar cervezas y comer sardinas en La Espineta.
Recuerdo que para llegar hasta ese maravilloso bar de pescadores había que andar descalzo por la arena.
Recuerdo el tacto húmedo de la arena en las noches de verano.
Recuerdo las verbenas populares en la playa.
Recuerdo mis primeras incursiones en la vida nocturna y las discotecas.
Recuerdo…

Y vuelvo la vista y veo a una mujer, madura y entera pero con la misma alegría y fuerza que tenía aquella joven que veraneaba en Calafell.

Ahora el pueblo ya no es lo que era, la fiebre inmobiliaria lo convirtió en un lugar mezquino, como cualquier otro, y perdió algo de su encanto.

Pero aquel Calafell, el que yo conocí, sigue viviendo y vivirá por siempre en mi memoria.



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