
Todas las personas que se cruzan en nuestra vida nos enseñan cosas, al igual que nosotros también les enseñamos muchas otras cosas.
Yo tengo algunas aficiones adoptadas de algunos de los hombres que marcaron mi vida, en uno u otro sentido. Son aficiones que muy posiblemente no sigo con el delirio que lo hacían ellos pero que, sin duda, están ahí.
De mi primer gran amor guardo el gusto por el deporte del polo y la equitación en general, deporte éste último que me encanta practicar siempre que tengo la oportunidad.
De un gran amigo adopté su afición al rugby, deporte que él mismo practicaba y que está repleto de reglas de respeto, un auténtico deporte de caballeros.
Del hombre con el que un día loco me casé, a pesar de ser consciente de la locura que estaba cometiendo, aprendí a reconocer las variedades de uvas y a degustar los diferentes caldos, en todas sus versiones, que este maravilloso fruto nos puede ofrecer.
Otro hombre que marcó mi vida fue mi abuelo paterno. Fue él quien me enseñó a respetar a los demás, a analizar los pequeños detalles, porque éstos son los que nos dan la información clave y, por supuesto, a desenfocarlo todo y encontrar la verdad y la mentira allí donde se encuentren.
Y tú, ¿procuras aprender de los demás?