domingo, 20 de diciembre de 2009

evaluaciones



Con el fin de año llega la época de las evaluaciones.

La mayoría de nosotros autoevaluará como le fue el año, si consiguió o no los objetivos planteados al inicio.

También, para la mayoría de nosotros llega el proceso de evaluación personal de su desarrollo laboral.
Nuestros jefes pondrán, algunos quizá más que otros, en tela de juicio nuestros logros…porque si te evalúan demasiado bien puedes tender hacia la complacencia y no esforzarte lo suficiente el próximo año.

Sin embargo, es curioso como a muchos de estos jefes no les evalúan sus subordinados. ¿Qué pasaría si un subordinado real [léase secretaria, administrativo, auxiliar...] evaluara a su superior?
La mayoría de herramientas de evaluación, llamadas de 360 grados, no incluyen la evaluación de un subordinado “real”, y yo me pregunto, ¿no es la opinión de un subordinado tanto o más válida que la de cualquier colega? ¿Puede traer algo de luz sobre el quehacer de un jefe la evaluación de uno de sus subordinados?

La pregunta me surge cuando pienso en las miles de secretarias que si tuvieran la oportunidad de evaluar a sus jefes harían que éstos duraran muy poco en sus empresas.
A un jefe le evalúan la mayoría de las veces por trabajos, funciones y quehaceres de los que se ocupa su secretaria o pool de secretarias…pero ellas no reciben siquiera la palmadita en la espalda.

En fin, es época de evaluaciones y yo sí voy a evaluar a mi jefe. Lo haré, claro está, tête-à-tête; yo le daré mis consejos y sugerencias para el próximo año y él me infravalorará, como de costumbre, para que yo no me "duerma en los laureles"…

Creo que hay demasiada "antigua escuela" en las empresas españolas y es éste “no savoir faire” lo que nos lleva a estar por detrás de todo, en cuanto a economía se refiere.

martes, 15 de diciembre de 2009

2 0 0 9

Cuando era muy pequeña me enseñaron a recordar los números asociándolos a colores, cada número del 0 al 9 tenía un color. El 9 era de color rojo…

Parece que este 2009 quiere acabar en rojo…sino, que se lo pregunten a Berlusconi o a la Kirchner.

¿Acabará España también en números rojos?



martes, 8 de diciembre de 2009

tu nombre



Cada uno de nosotros posee un nombre. Un nombre único y exclusivo, a pesar de que pueda haber miles de personas que tengan el mismo. Un nombre que se puede alargar o acortar o incluso convertir en sobrenombre.
Hay quienes se enorgullecen del nombre que les pusieron, otros desearían que fuera diferente, pero todos queremos tener uno.

Es curioso observar como utilizamos nuestro nombre, así pues:
- tenemos un nombre familiar, por el que nos reconocen todos los integrantes de nuestra familia;
- tenemos un nombre social, por el que se nos reconoce en nuestro ámbito de amistades y relaciones sociales;
- y por último, tenemos un nombre profesional, por el que se nos reconoce en nuestro ámbito profesional (bien sea laboral, de estudios, oficial, etc.).

Si se utiliza una versión del nombre, en el ámbito profesional pueden sonar ridículo (si no se dedica uno a la publicidad, el arte o la farándula).
Si se utiliza el nombre completo, puede denotar falta de imaginación o creatividad [tanto de la persona en cuestión como de los progenitores que, en el afán de colocar un nombre sin diminutivos posibles, pusieron a su retoño un nombre demasiado vulgar y poco dado a las transformaciones].

Por otra parte, cada versión de un mismo nombre puede implicar también versiones diferentes de carácter, porque no me negaréis que don Ignacio puede ser una persona seria y muy responsable que en algunos momentos se convierta en el irreverente Ñaki.

Así pues os invito a estudiar vuestro nombre y a pensar en la forma en la que lo utilizáis.

Firmado: Lu Cía.

martes, 1 de diciembre de 2009

dame tu mano



Es un día cualquiera de tu vida, en tu ciudad, en tu rutina habitual…

1.- Te encuentras con una persona sangrando, tú:
a) no puedes atenderla porque llegas tarde a comprarte aquellos zapatos nuevos;
b) llamas a urgencias para que manden una ambulancia.

2.- Ves como alguien cae por unas escaleras, tú:
a) sales corriendo para ver si está malherido o solo fue un susto;
b) haces como que no lo has visto.

3.- Se te acerca una persona y te pide que le compres algo de comer, tú:
a) ni le atiendes, la ciudad está cada día más llena de vagos;
b) entras en una cafetería, le pides un plato caliente y te sientas a su lado mientras disfruta de la comida.

4.- Ves a alguien revolviendo en el contenedor de la basura, tú:
a) piensas que será un holgazán que malvive con lo que encuentra allí;
b) te acercas y le ofreces tu ayuda.

Estas son algunas situaciones que nos encontramos muchas veces en nuestro entorno, situaciones que intentamos obviar porque nos lo afean.

Hoy un hombre mayor, de unos 87 años de edad, tropezó antes de llegar al autobús. Al subir alguien le dijo que estaba sangrando, pero ese mismo alguien se quedó sentado sin tenderle siquiera un pañuelo de papel. Tres personas en un autobús lleno hasta la bandera, sólo 3 personas, le tendieron su mano de ayuda a ese pobre hombre. Cuando el conductor decidió parar el autobús y llamar a una ambulancia, porque un par de nosotros se lo pidió, las personas que realmente podrían haber ayudado se bajaron. Nos quedamos solo 3 personas que no habíamos visto como se cayó, ni siquiera habíamos subido al bus en su misma parada. A ninguna de las tres nos importó dejar nuestros datos como testigos, a pesar de que poco podíamos explicar.
Lo más curioso del caso es que yo era la persona más mayor que se quedó hasta que llegaron una ambulancia y la policía. Las otras dos, mujeres también, tenían unos 24 ó 25 años y el conductor del bus debería estar en los 30.
Y de repente me pregunté cómo era posible que personas adultas, que se quejan de la falta de valores morales de la juventud, sean capaces de abandonar a un pobre hombre sangrando, con la cara y las manos llenas de cortes. Y solo se me ocurrió una respuesta: no eran solidarios.

Porque la solidaridad es algo que nace en el centro de tu alma, justo entre el corazón y la cabeza.
La solidaridad es un sentimiento que te conmueve de tal forma que no puedes pasar de largo ante situaciones intolerables.
La solidaridad siempre te guía hacia la persona correcta para que tus esfuerzos no caigan en saco roto.
La solidaridad nos hace fuertes y nos mueve para no dejar que la injusticia se apodere de nuestro mundo.

Hoy responde a esas preguntas que te hacía al principio y haz que la balanza se mueva hacia el lado solidario. El mundo y tú os lo agradeceréis mutuamente.